"Todo lo que te han dicho es mentira"

sábado, 15 de marzo de 2008

Deportivo Utilitario: Un monstruo sobre ruedas.

Por Gato Negro
“Todo comienza con un comercial exagerado en donde un gigantesco automóvil cruza un río, sube una montaña, se interna en un bosque y atropella un cervatillo. Luego te dan ganas de comprarlo y arruinarle la diversión a todos”

La ciudad por la mañana un día de semana es un ser viviente con arterias infestadas de vehículos que circulan torpemente y estancan las calles y avenidas, entre bocinas y CO2. Pero a pesar de esta visión bastante terrible de la realidad de nuestras calles, en las que los “tacos” son una realidad imperante, hay otros monstruos que asoman por ahí y que no causan más que problemas, resaltando o aumentando las dificultades para movilizarse en el Santiago de hoy: Los deportivos utilitarios.

Un deportivo utilitario es un vehículo que combina cualidades de un todoterreno y un vehículo de turismo que fue desarrollado para hacer de los viajes a parajes fuera de la ciudad, cómodos, en un vehículo con interior de lujo. Un utilitario mantiene la apariencia “ruda”, “aventurera” e “imponente” de un todoterreno, posee un interior cuidado, cómodo y lujoso, funciona bastante bien tanto en asfalto como en caminos rurales. Por no ser un todoterreno absoluto, es más liviano y consume menos gasolina que un jeep promedio, pero aún así, consume más que un automóvil común.

En naciones como Estados Unidos, extrañas alianzas subterráneas han logrado que estos vehículos sean eximidos de ciertos requisitos de relación kilómetros por litro, por lo que la aparición masiva de los deportivos utilitarios ha elevado el consumo de petróleo y ha empujado a algunos a creer necesario explotar nuevos paisajes naturales en busca del codiciado oro negro. Por ejemplo: Alaska.

Si usted es un habitante regular de la capital, se habrá dado cuenta sin mucho observar que el número de estos coches enormes ha aumentado en los últimos años y los vemos cada vez más seguido, muchas veces entorpeciendo el tráfico. Después de todo, son increíblemente inútiles, son grandes, pesados, gastadores y molestos. No permiten a los conductores que van detrás el ver los vehículos de más adelante, hacen de las maniobras para adelantar tarea difícil, causan problemas de estacionamiento y bloquean pequeñas calles entorpeciendo sobremanera el tráfico regular.

¿Cuál es la razón para tener un utilitario? Según mi parecer no es más que la consecuencia de la “pompa” y el lujo desmedido. La necesidad real de un coche así es casi inexistente y es muy poco común que una familia promedio tenga tantos miembros como para necesitar desesperadamente un vehículo tan grande. Al final de cuentas, vemos a señoras solas, sentadas en sus monstruosidades, acechando con sus vehículos a los demás automovilistas que no son o tan opulentos o tan derrochadores como ellas o ellos. Sí, el prejuicio de la “vieja cuica” en su “todoterreno” ha pasado de moda, en parte. Aún así, estos modelitos de última moda, colman la paciencia de los transeúntes y el espacio de nuestra ciudad.

Pensemos un momento ¿Para qué? ¿Cuál es el objeto de adquirir un producto así? ¿Fomentar el calentamiento global? ¿Explorar ruinas mayas que no han sido descubiertas? ¿Cruzar los muchos ríos y terrenos vírgenes que existen en medio de nuestra ciudad? ¿O simplemente demostrar a nuestros vecinos nuestro poder adquisitivo?

Les ruego a mis lectores que piensen bien si pretenden comprar un utilitario, pues de “utilitario” no tienen nada. Y si aún desean demostrar que tienen más dinero que los demás, hagan algo que llame más la atención y cause menos problemas… como un auto incrustado en diamantes.

1 comentario:

Marcelo dijo...

Puedo adherir a gran parte del contenido de tu alocución, pero no a lo último.

¿¿Diamantes?? Ni te imaginas cuántos africanos muertos, cuanta moledura de tierra, cuanta mafia y mercado negro para que se consigan apenas unos pocos de esos. Y habría que decir, que se ven mejor en las rocas de las que salen que en los collares de esas señoras pomposas de peinados y tacos altísimos.

saludos, primísimo,


O.