(Publicado originalmente en diciembre de 2005)
Oui! Oui! Oh mon dieu!
"El por qué es mejor el porno francés"
Creo que ya me entendieron la base, pero quiero ir a un tema en especial, dentro del universo de las películas para adultos, y es el por qué yo prefiero las películas francesas.
Yo, como muchos otros partí viendo éste arte, en la tele de trasnoche, en el Chilevisión porque algún compañerito (tan precozmente excitado como yo) había visto cosas increíbles y me ha contado. Después vas evolucionando, ves el I-Sat o el Film Zone y tu cama se incendia. Pero en fin, entre film y film te vas formando un criterio de lo que te gusta ver, un criterio que va de la mano de tu crecimiento (supongo), pasa de querer sexo, sexo y más sexo a algo más sutil, erótico diría yo.
Es así como llego a las películas francesas. La gran diferencia entre una porno normal y una francesa es el enfoque. A mi parecer, las últimas gozan de algo que en cine porno es poco frecuente: trama.
El tipo no va caminando por la calle empalando a mujer que se le pasa por delante, sino que es más sutil. Él posiblemente trabaja en algo común y tiene contacto con una mujer que le llama la atención (escribo en masculino porque lo hago desde mi punto de vista, no pretendo discriminar a ninguna lectora), probablemente la siga y se sienta un tanto obsesionado. A medida que el filme avanza, podría ocurrir que ella lo note, y le agrade el hecho. Puede que ella se muestre, se le exhiba como una especie de musa inalcanzable... que finalmente alcanza porque en caso contrario no sería porno y sería una película cualquiera.
En las películas francesas que he visto, el dialogo trasciende del "Oh Yes! Oh Yes! Oh my God!", van a frase más elaboradas, diálogos completos que no necesariamente terminan en revolcón, lo que hace más sabroso el desenlace, que aviva el juego previo, la cacería apasionada, para un clímax realmente de película (porque de eso hablamos).
Los actores no son demasiado fuera de lo común, o sea, no demasiado. Obviamente se trata de mujeres estupendas y de varones atléticos, eso ya es normal en nuestro universo que se adhiere a ese amor casi psicopático a la belleza, pero aquí las señoritas no son tan ¿Cómo decirlo bonito? exuberantes. Aquí las mujeres no son 90, 60, revienta, sino un poco menos gigantes.
Las escenas no comienzan y terminan en sexo, sino que van en un ascenso delicado, suave, desde las miradas, al deseo, a la pasión, y los sentimientos se intensifican de a poco. El sujeto la mira, ella lo mira, y de caricias pasan al trabajo manual.
A diferencia de otro tipo de pornografía más fuerte, digamos Hardcore, en las películas francesas no es todo explícito, no te muestran nada más que dos sujetos en pelota que tu asumes que están "culeando", porque se mueven, gimen y lo disfrutan (a veces incluso lo narran), pero no hay ningún tipo de muestra real de interacción genital.
Bueno, lo disfrutas. Ves las caras de placer, las caricias y crees que lo están pasando bien rozándose la piel que pareciera ser suave y tersa. Escuchas lo que se dicen, los gemidos y lo que se murmuran al oído mientras completan el final de una escena que nunca terminará en algo parecido a un facial (si es que me entienden).
No hay nada agresivo, es calmo, delicado, sutil, refinado, como se asume que son los franceses ¿No? Se asume. Esa cosa de la torre Eifel de noche, las sábanas de satín, el vino tinto (chileno, no, mentira) y las velas.
Esas son las películas que prefiero. Antes de la pornografía común y corriente, antes de las escenas de sexo porque sí. O me van a decir que es súper normal que un tipo anónimo llegue a un café y diga: quiero una taza de café bien cargado, y la mesera le responda ¿Cargado como esto? mientras se saca la ropa. Por favor, si así piensan creo que viven en la mansión Playboy.
Como yo no vivo en Playboy, mi mundo es diferente, un poco más cotidiano. Tampoco vivo en Francia, pero a veces me gustaría caminar por París, al ritmo de una pegadiza cancioncilla, rodeado de erotismo y sensualidad.
Me despido por esta vez, sin tabúes ni prejuicios.
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